lunes, 21 de junio de 2010

Cada loco con su tema. El despertador y los despertares


Abres los ojos y todo está oscuro. Sientes una cálida sensación entre las sábanas y te arropas para mantener el calor. Cambias de posición. Buscas retomar ese sueño placentero que estabas viviendo a flor de piel y, de repente, suena el jodido despertador. Sí, ese objeto molesto y ruidoso que anuncia la llegada de un nuevo día. Todos tenemos una sensación parecida al oír esta estruendosa melodía, una sensación que bien puede traducirse con un "¡no me jodas!, ¿ya?".

Nuestro "querido" gallo particular puede variar en función de una gran diversidad de modelos: están los que llevan sonidos alegres, los míticos de toda la vida con sonido de chicharra, los que se conectan directamente a la radio o aquellos que se apagan cuando son arrojados e impactan con cualquier cosa. Quizá estos últimos sean los mejores porque lo primero que quiere uno al despertarse es mandar al maldito cacharro a tomar por culo.

Seguidmente, cuando nos ponemos en pie, comienza un ritual en el que, como entes de la vida, vagamos dando tumbos hasta el momento en el que espabilamos (unos tardamos mucho más que otros y no somos personas hasta bien entrada la mañana).

Los más supersticiosos comienzan su andadura en el nuevo día con el pie derecho (es que claro, si apoyas el pie izquierdo lo mismo te puede dar una hernia), otros no saben ni siquiera si están de pie o si siguen dormidos. También están los que han desarrollado un mecanismo en su interior para omitir el soniido de nuestro amiguito el jode sueños y siguen sobándola (esto es muy propio de los estudiantes eh).

Y, como no, la figura del típico hombre feliz con buen despertar, ese que se levanta alegremente dando gracias por la llegada de un nuevo día. Estos individuos generan el primer sentimiento de odio de la jornada para todos aquellos que se levantan en un estado de empane máximo, sin ganas de hablar y cabreados. Lo peor de este ser (que seguramente esté en peligro de extinción) es que aparece con una sonrisa de oreja a oreja para soltarte una chapa descomunal.

Así son los despertares, así son los comienzos de los días. Pero hemos de buscar el lado positivo, una vez despertados queda un poquito menos para que llegue el momento de volver a dormir.

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