Conozco su nombre, pero no sé exactamente qué es. He intentado averiguar sus intenciones y no he hallado respuestas firmes ni concluyentes. Resulta inquietante, confuso. Su presencia inerte y dubitativa deambula permanentemente sobre mis pensamientos como la incógnita de un rompecabezas indescifrable. Me he sentido utilizado y guiado por los hilos de un ente imaginario que ha jugado a ser titiritero. Como si de una partida de ajedrez se tratase, mi papel no ha ido más allá que el ser un mero peón: útil para allanar el camino de las demás piezas, pero abocado a experimentar los primeros sinsabores de la contienda.
Y es que este proceso experimental, amparado, teóricamente, que no en la práctica, en una legislación común a los miembros pertenecientes a la Unión Europea, no ha establecido unas pautas concretas para ser llevadas a cabo. Los cimientos construidos son reconfigurados a medida que pasan los años, siendo únicamente perjudicadas las cobayas de laboratorio que emprendimos con esperanza e ilusión el camino que debía conducirnos hacia un horizonte repleto de oportunidades. Los oscuros nubarrones que se ciernen alrededor de nuestro futuro, no hacen sino incrementar el desconcierto de las piezas que decidimos ponernos en primera línea.
Desconozco si cambiará su postura, su carácter o su idiosincrasia, pero es necesario engrasar el funcionamiento de los engranajes que regulan y configuran la maquinaria a pulir. No podemos explorar una ruta si las huellas que la marcan son borradas a medida que se avanza por el sendero. Es necesario constituir un sistema definido y concreto, que establezca un mismo manantial del que emanen aguas repletas de valores, conocimiento y aprendizaje. Así todos tendremos la oportunidad de avanzar en una misma dirección.
Quizá sea demasiado crítico, pero no puedo evitarlo, es lo que siento. Otros tendrán la oportunidad de navegar por nuevos afluentes que hayan sido abiertos tras la experiencia de los primeros aventureros, y deseo y espero que así sea. Pero las piezas que aguardan la salida de los peones de turno deben aprovechar la eficacia de sus movimientos y no quedarse en la retaguardia; inmóviles, pasivos y expectantes ante un posible contraataque. Olvidemos las turbias nubes que evitan contemplar y afrontar el futuro con ganas e ilusión, porque se avecinan tiempos despejados. Algún día entenderé el funcionamiento de este proyecto, pero como dije en las primeras líneas, al menos conozco su nombre, y ese es Plan Bolonia.
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